Aquí y allá, así que pasen 17 años

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El clero ya no predica contra el robo, y tiende a tratarlo como una forma de redistribución legítima de los ingresos. (…) La verdad es que nuestra sociedad alienta el robo. Las compañías de seguros pagan. La policía no se molesta demasiado, y en todo caso los jueces, con el beneplácito del Ministerio del Interior, se confabulan para mantener a los ladrones condenados fuera de la cárcel.

(…) Antes los asaltantes se entregaban pacíficamente cuando los aprehendían. Ahora se resisten e incluso atacan, sabiendo que el propietario sufrirá una acusación si se vale de la fuerza. Como indicaba un reciente veredicto judicial, hasta un ladrón crónico que asesina a una víctima que responde a su ataque puede alegar defensa propia.

La difundida impresión de que la ley favorece el delito es reforzada por nuestros sentimientos de culpa, producto de décadas de lavado de cerebro político y religioso en nombre de los desposeídos. (…)

(…) En síntesis, vivimos en un mundo donde la honestidad no se recompensa, el delito queda impune y los malhechores se salen con la suya. ¿Quién quiere ser un varón justo o una mujer virtuosa?

Paul Johnson, «Un mundo donde el crimen paga», 7 AGO 1993; reproducido en P. Johnson, Al diablo con Picasso y otros ensayos, Javier Vergara Editor, 1997.

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