Narcoestado

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Semanalmente, el jefe de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) daba cuenta a Hugo Chávez de las operaciones en marcha. En su informe, el general Hugo Carvajal incluía un repaso de la implicación de altos militares en actividades del narcotráfico. Carvajal, alias el Pollo, informaba a Chávez de un negocio que el presidente controlaba, no en el detalle, pero sí en los grandes trazos. La implicación de las estructuras del Estado en la compra de la droga a la guerrilla colombiana y su distribución desde Venezuela había nacido de la concepción geopolítica de Chávez. Pero gestionar un narcoestado con fines estratégicos no impedía hundirse en la criminalidad. La actividad fue un veneno para las Fuerzas Armadas y a razón de la fortuna ilícita de muchos cuadros del régimen. Chávez amparaba el negocio, dejando hacer a sus narcogenerales, interviniendo cuando había que dividir el territorio entre capos o llamando directamente a los poderes judiciales para que unas veces hicieran la vista gorda y otra condenaran a chivos expiatorios.

Emili J. Blasco, Bumerán Chávez.

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