«La imagen tiende, por encima de todo, a ocultar sus palabras» (Jacobo Machover).
Ernesto ‘Che’ Guevara:
«… odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así: un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal».
Enemigo Félix I. Rodríguez, capitán de la CIA, en la mañana del 9 de octubre de 1967. Bolivia:
«Al principio, cuando yo llegué, yo sabía que iba a ver a una persona de la cual yo tenía conocimiento de todo lo que había hecho, de lo criminal que había sido en la fortaleza de La Cabaña, de los centenares de cubanos que habían sido víctimas de él. Obviamente sentía una gran repugnancia por el individuo. Sin embargo, cuando vi a aquel ser humano tirado en el suelo, atado de pies y manos –a veces yo estaba hablando con él y mi mente se iba a la imagen que yo tenía, de aquel hombre arrogante–, y verlo allí en la escuela destruido, hecho leña… Lo que parecía era un pordiosero, no un soldado. No tenía ni siquiera botas, eran unos pedazos de cuero amarrados en los pies. La ropa raída, sucia. No era un uniforme ni mucho menos. Era un desastre. Y sentí lástima hacia esa persona. Se me olvidaron en aquel momento todas las cosas que había hecho y nos tratamos con mucho respeto los dos».
***
«¡No disparen! Soy Che Guevara. Valgo más vivo que muerto».
«En Cuba, el ‘día del guerrillero heroico’ que, cada año, conmemora la muerte de Guevara se festeja el 8 de octubre, día en que se produjo su captura, y no el 9 de octubre, día de su muerte, como si las autoridades castristas hubieran querido modificar el rumbo de la historia y disimular su rendición» (Jacobo Machover).
***
«En una reunión mantenida durante la noche del 9 de octubre, el general Ovando le ordenó a uno de sus oficiales: ‘Si Fidel Castro negase que éste es el Che Guevara, nosotros necesitamos una prueba fehaciente: córtenle la cabeza y pónganla en formol’. Félix I. Rodríguez, consciente del efecto que ese acto podría provocar con respecto a la imagen del Ejército boliviano y, sobre todo, a la de la CIA, le contestó: ‘Mi general, usted no puede hacer eso. Usted no puede presentar una cabeza como prueba. Si quiere una prueba, habría que cortarle un dedo. Tenemos las huellas digitales de la Policía Federal Argentina’. Ovando se quedó pensativo y dijo: ‘Bueno, córtenle las dos manos y pónganlas en formol’. Tal ensañamiento no engrandece a los que lo mataron» (Machover).
Jacobo Machover, La cara oculta del Che, Bronce (Grupo Planeta), Barcelona, 2007. («¿Oculta u ocultada?»).
Leave a Reply