En 1902, Lenin publicó ¿Qué hacer?, donde formulaba la doctrina básica de lo que se convertiría en el bolchevismo. Implícitamente rechazaba la tesis, fundamental en el marxismo, de que con el tiempo la clase trabajadora estaba destinada a rebelarse: por sí sola –afirmaba–, ésta era incapaz de ir más allá del sindicalismo. El celo revolucionario se le había de inculcar desde fuera por un partido de revolucionarios profesionales rigurosamente organizados. Aunque Lenin no sacaba esta conclusión, necesariamente esas personas habían de ser intelectuales, dado que los trabajadores no tenían ni el tiempo ni el bagaje teórico necesario para tal misión. De hecho, sólo (…) un (…) trabajador (…) llegó a ocupar un asiento en el consejo ejecutivo del partido de Lenin, y resultó ser un espía de la policía.
Richard Pipes, Historia del comunismo, Mondadori, Barcelona, 2002, p. 49.
julio 21, 2011
Soberbio tu artículo sobre Lenin, y toda la colección de grandes criminales del siglo XX.
Un saludo.
julio 21, 2011
Gracias, Manuel.