¿Cómo se abre camino en la nieve virgen? Un hombre echa a andar, suda y blasfema, avanza sin apenas poder mover los pies, hundiéndose a cada instante en la esponjosa y profunda nieve. El hombre se marcha lejos, marcando su camino de irregulares hoyos negros. Se cansa, se acuesta en la nieve, enciende un pitillo, y el humo de la majorka [tabaco áspero y muy basto] se extiende en una nube azulada sobre la nieve blanca y brillante. El hombre ya se ha marchado lejos, pero la nube sigue suspendida en el lugar en que se había detenido a descansar: el aire es casi inmóvil. Los caminos se abren siempre en los días de calma, para que los vientos no barran los trabajos de los hombres. El hombre se marca sus propios puntos de orientación en la infinitud nevada: una roca, un árbol alto. El hombre guía su propio cuerpo por la nieve del mismo modo que un timonel dirige la barca por el río de un saliente a otro.
Tras el angosto e inseguro rastro trazado se mueven cinco o seis hombres pegados el uno al otro, hombro con hombro. Pisan junto a la huella, pero no en ella. Al llegar a un lugar señalado de antemano regresan, y de nuevo caminan de manera que se aplasta la virgen superficie nevada, el espacio aún no hollado por pie humano alguno.
El camino está abierto. Por él puede ir gente, convoyes de trineos, tractores.
Si se sigue tras los pasos del primer hombre, huella a huella, se formará un sendero visible pero difícilmente transitable y estrecho: una trocha y no un camino, lleno de hoyos por los cuales es más difícil avanzar que por la nieve virgen.
El trabajo más duro es para el primero, y cuando a este se le agotan las fuerzas, lo reemplaza otro, de aquel mismo quinteto de cabeza. De entre los que siguen los pasos del primero, cada uno de ellos, incluso el más pequeño, el más débil, debe pisar un pedazo del manto nevado y no alguna otra huella.
Y sobre los tractores y a caballo no viajan los escritores, sino los lectores.
[1956]
Varlam Shalámov, Relatos de Kolimá (vol. I), Minúscula, Barcelona, 2007, pp. 7 y 8.
julio 26, 2010
Tiene toda la pinta de que hay que leer este libro. Ya veremos cuándo, pero tiene pinta de merecerlo.
Nota: advierto que en el vídeo que aparece en la parte superior derecha de este sitio se muestra un SMS enviado al programa que reza así: «mario noya habla demasiado».
Supongo que la eleción del fotograma es casual
julio 26, 2010
Jeejeje. No. La casualidad no ha lugar. Ha sido el cebrón con pantas de David Alonso. Hablaré esta tarde con él, con un martillo en la mano buena.
julio 26, 2010
Díme si hay que llamar al Señor Lobo para después.
julio 27, 2010
Hay que ver, señor Noya, qué libros nos recomienda usted para las vacaciones. En fin, como algunos llevamos de vacaciones forzosas desde hace meses, tanto da; leeremos estos relatos que, como usted suele decir, «nos han llamado poderosamente la atención».
A cambio he dejado un par de libros de nazis, tampoco es que fueran la alegría de la huerta, precisamente. Y el otoño promete ser largo y bastante negro; tiempo habrá para leer entonces algo que nos anime.
Estos libros tan oscuros, mejor leerlos al sol