El francés ha conservado la costumbre y las tradiciones de la revolución. Lo único que ha perdido son las agallas. Se ha vuelto funcionario, pequeño burgués y modistilla. (…) Conspira con autorización oficial. Arregla el mundo sin despegar el culo del sillón.
Albert Camus, Carnets (2), Cuaderno IV (ene. 1942 – sep. 1945).
***
Yo me fui enterando por la prensa italiana de lo que pasaba [en París en el 68]. Y me pareció entonces lo que me parece ahora: una estupenda parodia de revolución, tan bien montada que hasta De Gaulle la creyó auténtica (…) Tan bien montada, que hasta el prefecto de París la creyó auténtica, y por creerla auténtica, él, que era un hombre inteligente aunque entendiera poco de teatro, se indignó al reconocer los rostros de los actores y los increpó con aquella frase sublime a la que, en parte, debo la vida: «¡Idiotas! ¡Si dentro de veinte años todos seréis notarios!».
El doctor Estévez en Horacio Vázquez-Rial, Revolución, 2002.
***
¡Pobres magnates del socialismo español, condenados a predicar la revolución social para seguir disfrutando los encantos de la vida burguesa y sin poder declararse nunca burgueses so pena de quedar convertidos ipso facto en unos tristes y paupérrimos proletarios!
Julio Camba, «Papús y la revolución social», Haciendo de República, 1934.
Leave a Reply