El viernes, Juan Bonilla ha dado en comparar a Oriana Fallaci con Adolf Hitler. Así que sí: hay comparadores odiosos. Y es que 60 años antes de que Bonilla pudiera componer sobrado su columnita mundana [$] estaba la Fallaci, despojada de adolescencias, jugándose el tipo por ver de ayudar a la Resistencia y a los Aliados que pugnaban por liberar Italia del nazifascismo.
Uno se echa a la cara la columnita mundana de Bonilla y no pide, como él tras leer las declaraciones [$] de la Fallaci al padre Majewski, que circulen las pirulas de Trankimazín, no; a uno más bien le entran tremendas ganas de arrimarle una mano de hostias, que diría Martín Prieto, cantor de la «ovárica pasión por la libertad» de esta florentina eternamente bella que se las ha tenido tiesas con el Mal y de quien huían los bonillas del tardofranquismo cuando vino aquí a sacudir el avispero y clamar contra los últimos fusilamientos dictados por el dictador descabalgado aquella legendaria noche por el bravo Zapatero tras andar de farra con Carrillo y sus muchachos.
El comparador odioso, que ha debido de mezclar los trankimazines con peleón del que no serviría ni el ventero del Quijote, se pone a leer a la Fallaci y le viene a las mientes el Mein Kampf de Hitler, exteminador de judíos, gitanos y demás ralea: tarados, contrahechos, comatosos; enfermos como la Fallaci, a quien un cáncer devoró las tetas… Así que sí: la mano de hostias. Porque hay comparadores odiosos.
Y, a punto de recogerse el tedio vital para pasar por caja a cobrar la pastizara, se nos despacha en el punto final con un requiebro propio de gran bacán algo leído y canalla: «Ah, Oriana, la inteligencia te persigue… pero tú eres mucho más rápida».
Ah, Juanito, lástima no tener tu ingenio. En cambio, tengo surtida y a mano la biblioteca; y en uno de los libros estas líneas que mandó Leopoldo Marechal a Ernesto Sabato y que yo quisiera haber escrito de primeras a quien tú denigras, esa toscanaza que habla como escribe, con todo su «fragilísimo y electrizado cuerpo» (recurro aquí de nuevo a otro de sus amantes, el enorme Martín Prieto):
Que Dios nos libre de los hijos de puta literales o alegóricos que pretenden afligirnos, y nos preserve de todo camelo o impostura.
Amén, Oriana que gritas y fuiste valiente siempre.
mayo 30, 2010
Si Bonilla hubiese leído la rabia y el orgullo o la fuerza de la razón vería que ella y su padre estuvieron siempre en contra del nacional-socialismo, y posteriormente contra cualquier socialismo, que además, siempre fue feminista, dicho por ella, lo que le llevó a enfrentarse a aquellas ideas que iban contra las mujeres, como el islam, razón por la cual la izquierda europea no le perdona sus claras palabras contra el totalitarismo de los hijos de Aláh y pasó a convertirse en «fascista» ¡Qué originales son!
PD: Muy de acuerdo en eso de «siempre bella».